Me puse el traje de ser feliz y no pienso quitármelo
Llueve o ventee, aunque todo esté en contra, así recaiga mil
veces, se me quede grande o pequeño, que no, que no me lo quito…
Un día, o durante unos días, conseguí abrir el armario, y saqué mi traje de ser feliz.
Para ello estuve reuniendo fuerzas durante media vida,
poniendo excusas para elegir otros...
El de la pena, la
compasión, el de víctima, el de la carga genética, el de la enfermedad, el de mujer invisible…
Así que fui a la escuela de abrir los ojos, donde pude ver todo aquello que me rodeaba, o
casi todo (aún estoy trabajando en ello).
Estudié empatía y
resilencia, aprendimos relatividad, me enseñaron a ver que siempre hay manos a
las que agarrarse, me dieron herramientas para trabajar en contra de prejuicios
y conseguí las gafas de ver las virtudes.
En esta escuela no hay títulos, pero es la más útil
Así que, de camino a casa, me fui quitando algunos velos,
sonreí, respiré hondo, agradecí… miré alrededor y vi a todo los que me quieren,
a los que quiero, a los que están, estuvieron y a los que siempre estarán… y
sentí que lo tenía todo… así que me puse el traje de ser feliz…
Lejos de ser un estado, es una declaración de intenciones….
Porque muchas veces ser feliz es una elección, la elección
de los que ven el mundo a favor y no en contra.
2 comentarios
Espero que un día tomemos un té y me cuentes el camino que te llevó hacia la elección de tu traje de ser feliz, e intercambiamos ideas sobre "moda emocional" ;-)
ResponderEliminarMe encanta tu blog!
Gracias cariño! cuando quieras ese te. Sabes que con algunas personas, llegadas a un punto, no hay cambio que borre el tiempo. un besazo enorme
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